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Otros rostros, sonidos, colores. Otras voces. Otras calles. Rai Robledo se mueve en la amable oscuridad, en la realidad alojada en el reverso. Es el fotógrafo de las otras estrellas, el espejo subterráneo.
Nuestro propósito era introducirnos en la mente del fotógrafo para mostraros aquello sólo intuido en sus imágenes. Para ello, le citamos en el centro de Malasaña, su barrio, su escenario principal y el de sus personajes. No podíamos elegir otro lugar mejor para bucear en sus interiores. A los pocos minutos de conversación, entendemos la complicidad que se respira en sus retratos. Rai Robledo es un artista con una técnica depurada y una intuición natural que le permite rescatar la esencia de todo aquello que capta su objetivo. Su pasión nació en la infancia, cuando cogía la cámara de sus padres para fotografiar aquello que mueve la imaginación de un niño. Ahora, esa vieja Olympus, testigo de sus primeras obras, le acompaña en sus paseos urbanos para retratar el presente con el color dulce del pasado.
Llevas años retratando la escena alternativa de tu ciudad pero, ¿cómo pegas el salto al mundo profesional? ¿Cómo ha sido el camino?
He ido muy despacito y compaginándolo con otros trabajos. Siempre he estado a medio camino entre la pasión o el hobby, y la forma de sacarle provecho económico. Pero es más lo primero, por eso lo disfruto tanto, porque nunca lo he visto como un trabajo. Para mí es una gozada, lo haría gratis.
Estás integrado en numerosas redes sociales, ¿te ha ayudado esto profesionalmente?
Sí, muchísimo. Creo que es el mejor medio para darse a conocer. Llevo en ellas más de dos años, he subido más de 2000 fotos y gracias a esto, he conocido a mucha gente y me han salido varios trabajos. La página web es lo que más mimo pero es muy estática. La mayoría de las visitas llegan a ella a través de mi blog y de las redes sociales, Flickr, Myspace y Facebook, son mucho más itinerantes.
Trabajas varias especialidades dentro de la fotografía, ¿en cuál te sientes mejor?
Depende de la época. La fotografía de moda me gusta mucho, pero es más fría. Lo último que he hecho ha sido en Cibeles, donde fui el fotógrafo oficial de David Delfín. Tienes que correr de un lado a otro desde la pasarela al backstage, perseguir a los invitados. Es muy estresante, prefiero el trabajo de book. Respecto a la música, me encanta ir a conciertos. Además en los que he trabajado es muy probable que hubiera ido igualmente porque me gustaban los grupos. Pero trabajar en los festivales es una locura, saltas de un escenario a otro y cuando terminas tienes la sensación de no haber visto nada. Es cuando te das cuenta de que estás trabajando.
Realizar una buena fotografía en esas circunstancias entraña una mayor dificultad, ¿no es así?
Sí, si una foto te sale bien en un concierto creo que ya estás preparado para trabajar en cualquier sitio, porque las condiciones son terribles. En primer lugar, un foso que no está acondicionado, lleno de polvo, donde estás pisando arena y vasos. Además tu posición es muy baja y, al estar tan próximo al escenario, tienes un ángulo muy malo, así que siempre juegas con el factor suerte. Ahora acabo de hacer una inversión en un teleobjetivo porque me gusta sacar al artista muy de cerca, para captar el gesto, la mirada, aquello que la gente no está viendo. Retratarles, ahí se ve lo que realmente me gusta.
El retrato es tu objeto de exploración en estos momentos. Se percibe mucha complicidad en tus imágenes, ¿cómo lo consigues?
Creo que el papel más importante del fotógrafo es hacer que la persona se sienta cómoda. He tenido la suerte de que siempre se ha creado una atmósfera muy agradable, un vínculo. No sé decirte cual es el secreto, sólo que me gusta mucho hablar antes de la sesión, conocer y relajar a la persona. Es importante charlar, hacer que se sienta bien y que sepa que van a salir unas buenas fotos.
Te gusta cambiar de escenarios, salir del estudio.
Tener clara la localización que le va a cada persona en concreto es parte del trabajo. Me gusta buscar lugares distintos para cada sesión, bonitos o decadentes, pero con encanto. Por ejemplo, en el caso de Marisa, una modelo genial, echaba de menos fotografías en las que saliera ella misma, sin disfraces. Surgió hacerla en la sala Nasty, de Malasaña. En las imágenes aparece con sus minifaldas de cuero, sus camisetas rotas y el pelo cardado. Es rockera y supermacarra y el escenario, remarcaba su personalidad. Aunque también creo que en el estudio tiene más mérito conseguir transmitir algo. Porque sólo cuentas con la mirada del retratado, su boca y sus rasgos sobre un fondo blanco.
El barrio de Malasaña es un fondo habitual de tus fotografías, al igual que sus habitantes. ¿Sigue existiendo esa escena alternativa?
Sí, sigue habiendo mucho movimiento y con mucha fuerza. Es un barrio que se auto reinventa constantemente. Me gusta mucho fotografiar a sus personajes. Tienen una imagen muy fuerte e impactante. Son graciosos, entrañables. Sus retratos son el reflejo de una época. Alguno me dice que al final he conseguido fotografiar toda la escena malasañera y es verdad. Poco a poco he ido creando un álbum de personajes que, cuando les ves todos juntos piensas “¡vaya peña!”.
Al tiempo que ibas creando ese archivo de la escena underground madrileña, tú también lo alimentabas desde el escenario, ¿qué relación le encuentras a estas dos facetas, la música y la fotografía?
Siempre las he compaginado pero ahora es cuando las dos están tomando más fuerza. Cada vez hago más trabajos fotográficos y, en el nuevo grupo donde toco la batería, Cuerpos, estamos muy ilusionados. Aunque son distintas disciplinas, están muy unidas porque no deja de ser algo artístico y, en mi caso, se mezclan cuando fotografío grupos que me gustan o que sigo. Una de las sesiones que recuerdo con más cariño es la de la promoción del disco “Snake Park” de Humbert Humbert. Lo pasé genial y terminé haciéndome amigo de sus miembros, Miguel B. Núñez y Paco Alcázar. Casualmente, ahora toco con Miguel en el nuevo grupo. Nunca dejan de sorprenderme las vueltas que da la vida.
¿Cuál es tu equipo habitual? ¿Qué cámara te acompaña en las capturas urbanas?
Trabajo con una Canon 350D, pero en un par de meses daré el salto a la 5D. En objetivos uso de todo, lentes fijas para retrato -un 85mm que es muy luminoso-, un todoterreno que siempre va montado a la cámara -el 28-
“La mirada es la clave de quien fotografía”. Son tus palabras, ¿cómo es tu mirada?
Creo que mi estilo podría definirse como muy personal, íntimo. Me gusta pensar que consigo sacar el alma de la gente o de lo que fotografío, que puedo contar una historia o transmitir una sensación. Conseguir que se te erice la piel.
Y lo consigue, mientras su cabeza sigue abarcando nuevos proyectos. Música, imágenes, dibujos, combinaciones sin explorar. Nuevos espejos subterráneos.
http://www.rairobledo.com/
http://rairobledo.blogspot.com/
http://www.myspace.com/cuerpos
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